¿Qué buscas?

martes, noviembre 09, 2010

Desde la soledad infinita


Os pido disculpas por la tardanza en este, mi nuevo articulo, pero siempre me ha gustado escribir sobre metaforas, comparaciones o sobre la simple nostalgia y llevo semanas intentando que la rabia no le pueda al silencio, como diria Martinez Ares.
Y aqui me hallo, entre cuatro paredes que se me hacen infinitas como el Sol, porque, aunque las veo, nunca las he tocado.
Es una noche fria de noviembre, de esas que avisan el preludio de un invierno mas por vivir y de unas navidades que estan cerca, muy cerca.
A mi lado, un tazon de sopa, un vaso con agua y una botella medio vacia (porque hoy la veo medio vacia), tambien con agua, arropado entre dos cojines azules que me abrazan los costados y sentados sobre ese sofa tan pequeño y a la vez tan inmenso para un cuerpo que mengua en kilos pero no en carga ni mucho menos en animos.
Seria facil hablar bien o mal de la empresa en la que trabajo, y seguro que mas de uno espera algo entre estas lineas, pero la bendita prudencia y la sabia paciencia siempre fueron aliadas de un corsario que, entre una de sus virtudes esta la de, al menos saber lo que no quiere y tambien lo que quiere.
Mi vida esta plagada de libros por leer, de viajes por hacer y de caminos por recorrer, nada ni nadie puede comprender el valor de mi tiempo, ni siquiera respetarlo, pero poco me importa, porque con mis manos hago mi tiempo hago mi fuerza y hago mi vida.
Precisamente en Finlandia aprendi el sentido de muchas cosas que pasan inadvertidas como me pasaban inadvertidas a mi, tales como el valor de un soleado, un paseo por el parque, una sonrisa, un gracias a tiempo y un disculpa aun a mas tiempo, cosas que, le dan un sentido unico a una vida que como siempre digo, transcurre poco a poco y nos consume tan despacio a veces y tan deprisa otras veces.
Y a por la sonrisa, el paseo y el soleado voy, porque no necesito mas que un mendrugo de pan y un botijo de vino, porque es mia la inmensidad del cielo, porque tengo la tremenda suerte de poder comer todos los dias caliente, y sobre todo porque a mi edad, aun puedo seguir siendo dueño de mi destino, sin depender de vicios estupidos, viciosos aun mas estupidos y viciosas.
Tengo el boligrafo y me queda aun papel en blanco y, aunque muchas manos quieran escribir sobre el, ya me ocupo yo de escrbir, ¿Existe algo mas apasionante?