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miércoles, octubre 16, 2013

Jorge Luis Borges - Aprendiendo

“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma; Y uno aprende que el amor no significa acostarse, y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender… Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes… y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad. Y uno aprende que si es demasiado hasta el calor del sol puede quemar. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende… y así cada día. Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo comprendes que sólo quién es capaz de amarte con tus defectos y sin pretender cambiarte puede brindarte toda la felicidad. Con el tiempo aprendes que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y quién no lucha por ellos, tarde o temprano, se verá rodeado sólo de falsas amistades. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente es muy probable que la amistad nunca sea igual. Con el tiempo te das cuenta que aún siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida, con cada persona, es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios. Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen ocasiona que al final no sean como esperabas. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon. Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba, ya no tiene sentido. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo…”

Una de psicología...

No te esfuerces, no te servirá de nada, no quieras alcanzarla, ella será más rápida que tú, pero eso no es motivo de desazón ni tristeza, el determinismo en su grado más justo se encuentra ahí, tu verás como convives con él. No presumas de coherencia, la coherencia como tal no existe porque en un mundo multifactorial, multicausal y multiefectista en el que vivimos todo se relativiza hasta tal punto que, el más cuerdo de los pensadores podría volverse loco, pero de remate. El mundo no es malo ni el mundo es bueno, el mundo te da pero no te quita, sino que eres tu con tus elecciones (que a la vez son descartes) el que te quitas de enmedio herramientas para la vida o te las vas creando en función de tus aparentes necesidades (aunque otro debate sería saber qué son necesidades). Hoy me he propuesto desahuciarlas de una vez por todas porque llevan demasiado tiempo aquí y, sinceramente no em están haciendo un favor, las veo como poco a poco van llenando de agua mi barquita que, aunque no es muy grande, es mía y mientras se llena de agua pensaba en lo malo que sería que la barca se llenara de agua porque podría hundirse. Hoy, por desgracia la barca se lleno pero la vida, que tanto te da y tanto te quita, me quitó el mar de mi alrededor para que no me hunda, así pues ando metido en una barca llena de agua pero sobre tierra firme, en una especia de bañera. Tonto no soy y nunca lo fui aunque hace poco me demostraron que tampoco era tan listo como creía, sea como fuere, se que las aguas vendrán y que lo que hoy es tierra firme, mañana será un océano tan atlántico como algunos de mis recuerdos de niñez o de adultez, por tanto toca coger el cubo y comenzar a achicar agua antes de que venga el agua para, cuando venga no sólo el océano, sino las grandes mareas, poder cruzar ríos y mares, orillas y cordilleras, mesetas y valles. Esta vez no harán falta ver naufragios para levantar la cabeza, porque no hay mejor naufragio que el que uno pueda tener y no hay mayor motivación que la que uno se cultiva desde sus necesidades, limitaciones y sobre todo, responsabilidades. Anochece en la Villa de Cantillana mientras asumo y redescubro aquel libro, aquella vieja canción y la más vieja de las amigas, la soledad que me acompañó desde la primera noche que nací y que me ha llamado a la puerta: - Pasa y espero que no te vayas en un buen tiempo, dime que me quieres y no vuelvas a dejar que me vaya por ahí. Esta semana que ha pasado han ocurrido dos hechos muy curiosos, me he cruzado con dos exparejas de esas que lloraban cuando las dejé diciendo que era superinjusto, que era el hombre de su vida y sobre todo, que lo que pensaba sobre ellas no era cierto (de una decía que no había cerrado su anterior relación por motivos que a mi entender eran suficientes, mientras la otra me reconocía que jamás se fijaría en ciertas personas y que, por supuesto eran imaginaciones mías). Aunque mucha gente opina que me gusta llevar la razón (y por eso no son mis amigos) por desgracia de nuevo la llevaba y mientras una me agradecía la decisión de dejarla (pues hoy es superfeliz con la pareja con la que decía que ya no estaba enamorada) la otra me reconocía que llevaba razón y que, su amor hacia mí no era para tanto (salió con personas con las que, según ella jamás saldría). Detesto tanto llevar la razón en algunos momentos que me encantaría poder equivocarme y decir: si, lo siento me equivoqué, pero no es así, al final no es que acierte ni lleve la razón sino que sigo el camino de la previsibilidad. si voy andando descalzo sobre cristales no voy a llevar la razón o dejar de llevarla al decir que me cortaré y sangraré, tan sólo me limito a describir la consecuencia del hecho y todos se afanan en decir: "ea ya quiere llevar la razón", finalmente sangras por los pies a causa de los cortes y todos te dicen "ostras Jose, llevebas razón" y yo respondo "razón no, es que se veía venir". Me encantan las sorpresas y el fijarme tanto en los nimios detalles hace que me sorprenda con el nudo de la madera de un simple tirachinas, una tarde mirando mis queridas golondrinas o una tarde cantando con mi comparsa. Es momento de labilidad, lo sé, pero nunca fue momento de perder el norte y mi norte está aquí en mis palabras, en mi expresión en mi pequeña, sucia y ruidosa casa, pero en mi casa, en mi barquita, en mi océano y sobre todo, en mí. Decía Freud que el amor no es más que la proyección de ego, por ello para querer hay que quererse en primer lugar y por ello es necesario achicar el agua de la barquita para pensar luego en el mar, un mar con animales de todo tipo, con mucha agua y con mucha sal, una sal que cuando tienes heridas, en primer lugar hace que te escuezan, pero después las cura.

lunes, octubre 07, 2013

El amor

"El amor, es la mentira mayor que jamás se haya inventado, es un dolor clavado, un ataque al corazón..." así reza una de las infinitas deficiniciones del amor, pero ¿qué es el amor? Es la proyección del ego, es aquello que se tiene pero nunca se tendrá, y que, aún sin tenerse nunca se sabe que se posee, se cuida, se mima y aunque nadie lo vea, todo el mundo lo huele y aunque nadie lo huela todo el mundo lo siente, o mejor dicho, sueña con sentirlo. El amor es amigo de la amistad sólo cuando le conviene, es enemigo de la soledad, aunque soledad tiene una forma de amar diferente, a su manera, es hermano mayor del cariño y hermano gemelo de la pasión. Nadie puede medir el amor, nadie puede decir quién quiere más o quiere menos, el amor se enciende, se apaga, se va, viene, nunca se va, nunca vino siempre se queda, nunca lo hace... el amor es tan loco como un niño de 5 años que corretea sin ese sentido que nuestra ignorante racionalidad intenta encasillar en su infinita altivez, encasillación y sesgo mental. Cuando se ama, generalmente se suele ser amado y por tanto se ama más, pero se suele ser amado... o dicho de otra manera, el amor fue el inventor del término feedback, porque desde la pasión a la razón hay un paso tan corto como de la locura a la cordura, de la riqueza a la pobreza o de tus labios a la nada. El amor hiere pero no mata, resguarda pero no secuestra, aprieta pero no ahoga, ríe pero no sonríe ¿o si sonríe? habla pero no chilla, es suave, tolerante flexible, coherente y como diría aquel lo patronea su corazón y ya se sabe que donde hay patrón, no manda nunca marinero... La luna intenta decirme algo pero a día de hoy no consigo comprender qué quiere decirme, algún día lo averiguaré y espero no sea demasiado tarde. El amor no viste ni de seda ni de Prada, el amor, el de verdad, va desnudo, es ciego y no tuerto porque el amor tuerto no es amor sino rencor, el amor mira pero no con los ojos por eso su ceguedad es tan infinita com nuestra nimia capacidad de comprensión, como ese infinito espectro que se escapa de nuestros ojos mientras nosotros en 7 simples colores, creemos ver, reconocer y conocer el mundo. El mundo es tan infinito como tus ojos, porque en uno de ellos me pierdo de por vida mirándolo. Su pestañear aleteoso, su pliegue sencillamente digno del ingeniero más reputado de los barrios bajos de mi imaginación, la curva sinuosa y profuna que se hunde como queriendo entreabrirla puerta hacia la fábrica de los sueños, hacia la mente, la gran desconocida, la potente la que nos controla y la que decide lo que fuiste, lo que eres y lo que serás para siempre y eso, amigo mío nunca cambiará. La perfeccción esférica espera dentro en una humedad tan equilibrada que refresca, lubrica y permite el deslizamiento en una pista de hielo sin hielo, porque tu mirada nunca fue fría, pero si fue suave, muy suave. Los hay verdes, azules, grises, marrones... pero al cerrar los míos veo los tuyos de muchos más colores todavía, porque recuerda, que no hay mayor vista que la que se tiene con los ojos cerrados, esa visión que hace que cuando los cierre te encuentre, te imagine y hasta te toque... Qué bonito llegar a soñar y no saber si estás soñando realmente porque el amor te tiende esa alfombra desde la que en el pasiajesólo ves árboles y no postes de luz, sólo ves pájaros y no ves aviones, sólo ves el mundo y no lo que tu mente quiere que veas. He llorado por amor y mucho, he reido por amor y mucho, yo puedo decir orgulloso que se lo que es amar y ser amado, podré morir más tranquilo porque he visto un desgarro en mis propios ojos y, a la vejez, el desgarro lo he sufrido yo. Duele, escuece y quema, pero como a los guerreros, se les vuelve una cicatriz que, cada vez que la veo, la siento o la palpito me recuerda a tí, valga la redundancia por lo de recordar... Otro día más a la cama, loco por contarte mis alegrías y mis penas, que al menos las publico por aquí en el tablón de la hipérbole, de la metáfora, de la ironía y y del epíteto, el gran epíteto que me hace vibrar, soñar sonreir e imaginar, exactamente igual que tu sonrisa. Que descanseis. Hasta mañana

La terapia del carnaval

Antes que nada quiero agradecer a tantos ojos que dedican un pequeño trozo de su vida, de esa que ya no vuelve jamás, a leer estas líneas, porque de tantas cosas que hay para hacer en la vida, que elijan leer unas palabras que, humildemente, salen del corazón, es para estar como mínimo agradecido, así que esta entrada va pos vosotros y por todos los que os habéis preocupado por mí. Más de los que hubiera imaginado. Hoy, a ritmo de bordón, cuerda y platillo voya disfrazarme de ese gato callejero que maulla en los angostos callejones de la vida, voy a ser ese gondolero de blanco impoluto que canta desde la perfección melódica a tenor, segunda y contraalto. Un mago que no hace trucos, sino que vive, porque mi vida nunca tuvo trucos sino vivencias intensas que hacen que me sienta orgulloso de cómo lo vivo, como lo siento y cómo has conseguido desgarrarme, lo que no mata te hace mas fuerte, y me has hecho mucho más fuerte, por tanto, de nuevo gracias. La vida hay que vivirla desde la razón más empírica y como el bohemio más pasional, como las noches de bohemia que, en su colorida penumbra y su exquisita fotografía, enseñan a vivir, viven y dan lecciones de vida, sin querer, de esas bohemias maneras que embriagan por como son, bohemias, dulces, tentadoras y hasta prohibidas. Un duende que se esconde pero no se pone colorao, porque la vida me ha quitado el colorao aunque me ha regalado dos coloretes que por febrero, como no puede ser de otra manera, se activan bien sea en mi canto, con mi caja o sencillamente con esa radio, con esas canciones y con esas noches en la cama vibrando tal y como lo hice en un lejano 2004 con una presentación tan inmortal como el recuerdo de aquella noche en la que entendí eso de que mi corazón latía a un 3X4, noche en la que el veneno entró en mi sangre, pidió permiso para quedarse y me dijo que cuando quisiera se iría de mi vida. Mi veneno no se irá porque le cerré la puerta, al igual que tu sonrisa que no se me va, no quiere irse y no se irá, o al menos eso creo, espero y deseo. Son muchos los tipos que he soñado con ponerme, todos menos el de ángel caido, porque tengo esa empecinada tendencia a levantarme una y otra y otra y otra vez y más bien sería un ángel levantado. El carnaval te levanta, te chilla, te da fuerzas, y te dice cual es tu sitio, destruye tus relatividades y las convierte en realidades tan palpables que hacen reordenar tus paradigmas desde la conciencia que a veces perdemos y el carnaval nos recupera en bandeja de plata, como su tacita infinita creadora de todas esas joyas inventivas eternas, efímeras pero siempre infinitas, como tu playa, como tu luz, como nuestra luna... como mia mor por tí. Sonríe que tenemos motivos para hacerlo, levanta la cabeza y anda por esa calle, no sigas a la sombra y vuelve a que sea ella la que te siga, anda, y da esos pasos porque los charcos no son arenas movedizas y nunca harán ni permitiré que el agua te salpique si en la más baja de tus costuras o en esos zapatos o en esas cuñas. Paso firme en este camino que no cesa, que no para y que no espera a nadie, porque nos va empujado a la desembocadura manriqueña inevitable desde el nacimiento en la serranía de nuestra infancia, algunos como el Genil y otros como el Misissipi, pero no te equivoques, todos con agua y con la suerte de que cada río elige sus propios cocodrilos. En el mío no se baña casi nadie, sólo tu, me costó mucho limpiarlo pero lo tengo bien limpio y sobre todo he conseguido que su ribera cree bosques de galería que calman el clima, ofrecen tranquilidad y un recorrido más que apetecible hacia una desembocadura tranquila, bonita y digna del mejor de los ríos de este planeta, a veces tan grande y otras veces tan pequeño, fugaz y microlativo. Seguiré siendo el que bebe en Mc Donald´s del propio vaso, el que canta y tararea carnaval por los poros de sus epitelios, el que sonríe desde la complicada, concienzuda, tenaz y compleja mente que alguien me dio. Un día decidí quitarme los zapatos para andar este camino, decisión de la que no me arrepiento porque quién se arrepiente no es quién ha hecho algo indebido sino quien no hace lo que ha querido, porque el valiente no es quien mata sino quien deja vivir y sabe que no existe monstruo que le pueda, porque quien interioriza el perdón, vive mejor, duerme mejor y crece. Permitidme que aunque os dedique este post, recuerde sobre todo a la sonrisa eterna, a la muerte en vida del amor pero al amor vivo pese a la muerte, a la voz aguda y a la agudeza vocal, a la estabilidad en construcción y a la construcción de la estabilidad pero sobre todo al llamador de ángeles y al ángel llamado, que nunca caído porque, desde la altura de la fuerza, la razón y porque no decirlo, el amor tan grande que te tengo, descubro que tienes mucho en común con el carnaval de hecho, te llamas como mi comparsa favorita: La niña de mis ojos. Descansad, soñad, sed felices y vivid, que hoy pasó otro día más.