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lunes, agosto 12, 2013

Conviviendo con metáforas...

De nuevo aquí, tu en la curva y yo en la infinita bisectriz, tu frente al cuarto de baño y yo justo detrás de él, tu pensando Dios sabe en qué y yo haciéndolo en tí... De nuevo golondrinas susurrando que el verano continúa imparable como una apisonadora sin frenos, de nuevo los chiquillos en la plaza jugando con una pelota, corriendo y riéndose creyéndose los centros de ese universo tan pequeño y tan grande a la vez, de su propio universo. Y es justo desde tu universo desde donde pueden apreciarse esos detalles y esas miradas que aunque no se ven, se oyen al igual que tus palabras que aunque no se oyen, se ven y al igual que tus labios que aunque no se sienten, besan por igual. Y no tengo miedo a perder, porque no hay nada para perder, y no tengo miedo a sufrir porque hace mucho tiempo que se taparon los canales de Sodio-Potasio de ese infinito mielínico que hace recorrer todos y cada uno de esos impulsos que algunos llaman nervio, otros llaman dolor y yo tan solo llamo marea, marea de sales que crean flujos electrostáticos a los que le damos sugestión infinita para poder justificar nuestros actos mas puros, grandes e incosncientes. Mi paso adelante nunca será un paso atrás, porque es el tiempo el que, como una pared móvil no deja de empujar y empujar hacia ese precipicio que acortamos o alargamos según el camino que vamos escogiendo. A mi la vida hace mucho que dejó de empujarme, porque voy un paso por delante de ella, me revolcaste unqa vez y jamás lo volverás a hacer. Caminaba hacia una luz y, tonto de mí no percibía que eran tus ojos que, aunque no todo lo prendados que soñaba, esperaba y desde mi estrechez más entrópica, creía que debían ser, estaban ahí diciéndome: Yo soy libre de comprar lo que quiera así que no te creas microondas cuando en realidad eres piso, porque a los pisos al principio se les mira con recelo, justo al contrario que a los microondas que, irónicamente, se les arropa con más cariño, porque son menos importantes. Y así comprendí como cuando iba en aquel avión los oidos debían entaponarse, y también comencé a ver colores más allá del espectro de la mirada humana desde el cuasiinfinito infrarojo hasta el no menos abundante ultravioleta. Y entre el infra y el ultra quería a los dos, ultracariño, inframentiras, ultrasonrisas e infradolores... De nuevo me acompaña ese vaso de agua que me recuerda esa calurosa tarde de domingo donde la bisectriz se conjugó y señaló por mi ventana que eras tu, aunque no gaditana, la más bonita y galana de toda la nación. Sabes más de lo que me hubiera gustado, pero entiendo que debe ser así, odias menos de lo que creo que debería de odiar una persona inteligente, pero de nuevo hiciste con mis paradigmas ese puré que, aunque amargo, ya he probado dos veces por culpa de tu receta y de mis ingredientes. Yo sólo te digo que algún día me vestiré de pirata, que habrá pelotas de playa y que inventaré una nueva nación que se llamará sonrisa eterna, una nación donde tu dirás qué está prohibido, qué está permitido y qué es lo que te hace sonreir, para, desde esa medida justa y sabia de convicción, inteligencia y humor, construir esa nación, ese país, esa independencia, en definitiva, construir. Cógeme de la mano y no tengas miedo, pero sobre todo no permitas que la vida sea la que empuje, adelántate y da un paso por delante de ella, no te garantizo que no te equivoques, lo que si te garantizo es que verás la diferencia entre rodar por la inercia o rodar porque tú eras la que quiere pedalear. Mientras, sigue sonriendo hasta que te salgan arrugas en las comisuras, como tanto te gusta decir y como pronto comenzará a pasarte, pero luego no te quejes de tantas arrugas. La medida la pondremos nosotros, que ya está bien de seguir tanto el Sistema Internacional, así que ya sabes, manos a la obra.

miércoles, agosto 07, 2013

Y de repente una cosita

Andaba sólo por esa calle angosta, estrecha y lúgubre, pero no mala, porque la angostidad, la estrechez y lugubridad nunca fueron mis enemigos, siempre elegí amigos feos antes que amigos no verdaderos, amigos que se quieren a si mismos antes que personas que necesitan la querencia ajena como el oxígeno que respiramos. Andaba sólo, decía, por esa calle y no porque no tuviera compañía, porque Dios y Goku (que son la misma persona) saben que siempre ha podido haber luz, sol o bombilla que me acompañase, pero yo quería la luz de la luna. Es imposible decían, estás loco aseveraban, pero yo seguía mi camino, no buscando la luz de la luna, sino andando y pensando en ella, en la luz. Un día di con ella y con ella comencé a hablar, la luna siempre he dicho que es muy buena compañera, fiel consejera, que sonríe cuando lo necesitas y se oculta cuando no la necesitas a ella. Hablaba, relfexionaba y hasta preguntaba a la luna quién muchas veces me respondía y otras se callaba porque quería que yo averiguara la respuesta y así creciera en este mundo de pocos crecimientos espirituales y más afanosos. - He pasado lo mío, le comenté una vez, pero no por dar pena sino como justificación de actos, hechos o palabras que a veces han podido ofender o incluso herir y yo, tan alegre cantaba. - Pero no te puedes justificar, respondía ella que me cargaba sobre mis brazos el a veces dificil peso de la responsabilidad y el valor, el coraje, la valentía y, sin darme cuenta la hombría. Son bastantes los pasos que he dado, y es sinuoso el camino que he recorrido, lo que me hace sentirme orgulloso de, desde la serenidad poder escribir estas líneas. Y de repente llegaste para abrir la puerta de ese camino que vuelve a tomar una curva sinuosa, una curva que hace que me coma ciertos principios y porque no, ciertos finales, una curva donde la excepción de la regla se convierte en lo cotidiano y lo cotidiano en la excepción de la regla. Pensaba que la luna iluminaba hasta que vi tu sonrisa y pensé que la luna me poníaen mi sitio hasta que vi tu mirada, pero lo que es peor, pensaba que la luna me quería, hasta que..... bueno hasta hoy. ¿Quién te dió permiso para entrar? ¿Quién fabricó esa mirada, a la vez dulce y a la cautivadora? ¿Quién orquestó esa voz para que no dejara de mirarte? tenía que haber hecho como Ulises y taparme los oídos en aquella travesía odiosa, odisea y odiseada, pero tu fuiste más rápida, tu me hablaste, tu cantaste y, además, cantaste carnaval. Demasiadas armas para un escudo recien construido o quién sabe si aun por terminar de reconstruir, entraste con esa potencia que sólo tienen las grandes tormentas (de verano) para revolverlo todo, cuestionarlo todo, jugar con mis paradigmas y para mostrarme lo verdadero, lo que nunca falla, lo que siempre queda, lo que predomina, lo que agarra, lo que duele, lo que se siente, lo que se chilla, lo que se anda, lo que se escribe, lo que se siente, se sueña, se ama, se piensa, se comenta, se vive, se hace, se dibuja y todos desean... Y mis vergüenzas se volvieron inútiles, y mis delirios cotidianos y mis penas, alegrías. Aun intento digerir el gran banquete, cuando estoy seguro de que pronto llegará otro, así que nada, a disfrutar de este nuevo camino, donde desde lo normal y la cotidianeidad se alcanza lo especial, lo extraordinario y lo SU BLI ME, a escuchar eso de quiero un pedazo de tu vida entera, o aquello de te comería con pan y mantequilla, o con pan sólo, o sin pan, pero te comería. No sé que tiempo tendré tu sonrisa, porque creo sinceramente que tanta suerte no me pertecene, pero si sé que mientras la tenga, la llevaré tatuada mas allá de la piel y si decides que se quede por mucho tiempo seré yo el que te tatúe una vida llena de sonrisas... Cuídate, sal y entra, ríe, disfruta, estudia, duerme, come y sobre todo sé tu misma, que cuanto más te quieras, más te querré yo, haz lo que no he visto hacer nunca a una mujer que es quererse a sí misma y despreocúpate del resto, que del resto me encargo yo. Buenas noches cosita

lunes, agosto 05, 2013

JUM!

Como es el Cartojal a tu feria, como es el sol a tu tierra y como es mi luna a tu luna, ese vértice, esa bisectriz que no es infinita pero poco le falta porque llega hasta la blancura de su superficie para salir despedida tan rapido como puede a una tierra, a una calle, a una curva... a una casa. Y no es infinito no porque no lo sea sino porque se escapa del raciocinio normal de "lo normal" que dirías tu en mi boca o de los miles de millones de te comos que, como eufemismo de una obra de arte mayor creada por el viento, la respiración y los suspiros que salen de lo más dentro de ti, sudas a través de unos poros minúsculos, tambien infinitos y de los que tuve la suerte de conocer en persona, centímetro a centímetro, palmo a palmo, mirada a mirada... Y el sábado subimos y estuvimos aun más cerca de la luna, achicando la bisectriz lo máximo que pudimos, ahí comprendí en lo infinito de todo, de tu bisectriz, del viento y de la cámara que tras 30 años de peleas quiso mirarme con buen ojo, redescubrir el ojo del extrabarrio de mi pupila que, miraba firmemente a un objetivo sabiendo fielmente que acabaría llegando al marrón del círculo de entrada de aquel cono visual que hizo que un día dijeras: éste puede ser para mi. Pero como bien sabes, yo no soy de nadie, como tu tampoco serás propiedad nunca de nadie, yo soy del viento, de la luna y de la tierra, mi problema fue cuando el viento la luna y la tierra se unieron para una conspiración que tras 23 ciclos heliocentrípetos, llegó por casualidad a un vaso de agua de una calurosa tarde de domingo. Pocos pueden presumir de haberme quitado la ropa y tu me quitaste la piel, pocos pueden presumir de hacerme temblar y tu lo has conseguido, pocos pueden presumir de sacarme una sonrisa como la que tu me sacas con una cotidianeidad tan espasmosa que me tirar y reconstruir paradigmas a una velocidad tal que ni el fuego lo huele, ni el hielo lo siente. No sé qué haces, cómo lo haces ni por qué lo haces, pero no dejes de hacerlo...