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miércoles, agosto 07, 2013

Y de repente una cosita

Andaba sólo por esa calle angosta, estrecha y lúgubre, pero no mala, porque la angostidad, la estrechez y lugubridad nunca fueron mis enemigos, siempre elegí amigos feos antes que amigos no verdaderos, amigos que se quieren a si mismos antes que personas que necesitan la querencia ajena como el oxígeno que respiramos. Andaba sólo, decía, por esa calle y no porque no tuviera compañía, porque Dios y Goku (que son la misma persona) saben que siempre ha podido haber luz, sol o bombilla que me acompañase, pero yo quería la luz de la luna. Es imposible decían, estás loco aseveraban, pero yo seguía mi camino, no buscando la luz de la luna, sino andando y pensando en ella, en la luz. Un día di con ella y con ella comencé a hablar, la luna siempre he dicho que es muy buena compañera, fiel consejera, que sonríe cuando lo necesitas y se oculta cuando no la necesitas a ella. Hablaba, relfexionaba y hasta preguntaba a la luna quién muchas veces me respondía y otras se callaba porque quería que yo averiguara la respuesta y así creciera en este mundo de pocos crecimientos espirituales y más afanosos. - He pasado lo mío, le comenté una vez, pero no por dar pena sino como justificación de actos, hechos o palabras que a veces han podido ofender o incluso herir y yo, tan alegre cantaba. - Pero no te puedes justificar, respondía ella que me cargaba sobre mis brazos el a veces dificil peso de la responsabilidad y el valor, el coraje, la valentía y, sin darme cuenta la hombría. Son bastantes los pasos que he dado, y es sinuoso el camino que he recorrido, lo que me hace sentirme orgulloso de, desde la serenidad poder escribir estas líneas. Y de repente llegaste para abrir la puerta de ese camino que vuelve a tomar una curva sinuosa, una curva que hace que me coma ciertos principios y porque no, ciertos finales, una curva donde la excepción de la regla se convierte en lo cotidiano y lo cotidiano en la excepción de la regla. Pensaba que la luna iluminaba hasta que vi tu sonrisa y pensé que la luna me poníaen mi sitio hasta que vi tu mirada, pero lo que es peor, pensaba que la luna me quería, hasta que..... bueno hasta hoy. ¿Quién te dió permiso para entrar? ¿Quién fabricó esa mirada, a la vez dulce y a la cautivadora? ¿Quién orquestó esa voz para que no dejara de mirarte? tenía que haber hecho como Ulises y taparme los oídos en aquella travesía odiosa, odisea y odiseada, pero tu fuiste más rápida, tu me hablaste, tu cantaste y, además, cantaste carnaval. Demasiadas armas para un escudo recien construido o quién sabe si aun por terminar de reconstruir, entraste con esa potencia que sólo tienen las grandes tormentas (de verano) para revolverlo todo, cuestionarlo todo, jugar con mis paradigmas y para mostrarme lo verdadero, lo que nunca falla, lo que siempre queda, lo que predomina, lo que agarra, lo que duele, lo que se siente, lo que se chilla, lo que se anda, lo que se escribe, lo que se siente, se sueña, se ama, se piensa, se comenta, se vive, se hace, se dibuja y todos desean... Y mis vergüenzas se volvieron inútiles, y mis delirios cotidianos y mis penas, alegrías. Aun intento digerir el gran banquete, cuando estoy seguro de que pronto llegará otro, así que nada, a disfrutar de este nuevo camino, donde desde lo normal y la cotidianeidad se alcanza lo especial, lo extraordinario y lo SU BLI ME, a escuchar eso de quiero un pedazo de tu vida entera, o aquello de te comería con pan y mantequilla, o con pan sólo, o sin pan, pero te comería. No sé que tiempo tendré tu sonrisa, porque creo sinceramente que tanta suerte no me pertecene, pero si sé que mientras la tenga, la llevaré tatuada mas allá de la piel y si decides que se quede por mucho tiempo seré yo el que te tatúe una vida llena de sonrisas... Cuídate, sal y entra, ríe, disfruta, estudia, duerme, come y sobre todo sé tu misma, que cuanto más te quieras, más te querré yo, haz lo que no he visto hacer nunca a una mujer que es quererse a sí misma y despreocúpate del resto, que del resto me encargo yo. Buenas noches cosita