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domingo, septiembre 05, 2010

Lo que ven los ojos de Irene

Prometí que la siguiente entrada sería para tí y lo prometido es deuda.
Conozco a una persona buena, no es la única buena en el mundo pero sí es una persona buena que está en este mundo.
Cuando los ánimos se han vuelto mineros y la esperanza que uno carga a sus espaldas sobre esta sociedad recuerdan a cangrejos de río por sosos y por sus andares, siempre aparece una persona como ella para recordarte que no todo está perdido y, como le ocurren a todas las buenas personas, los excesos de preocupaciones les traicionan y les dejan en la meta en peor posición que a las malas personas, pero qué le vamos a hacer, porque uno nace bueno y muere bueno por desgracia del que cree que de bueno se es tonto, del propio afectado y del mismísimo diablo que, a pesar de todas sus labores proselitistas, no conseguirá reclutarla para sus diabólicos fines, porque, bueno se nace y bueno se muere.
Y buena naciste, no me consta pero me lo imagino porque sólo los fotógrafos son capaces de permanecer en el anonimato y retratar la vida, la felicidad y la alegría de los demás, y encima, hacer de ese ejercicio de generosidad, un oficio, sin hablar del oficio generoso por antonomasia, el de dedicar toda una vida a enseñar a guiar a querer a derrochar a sonreir a dar soporte, ayuda, consejo, confidencia, notas, conocimiento, actitudes, habilidades, procedimientos, aptitudes y un sinfín de cosas más que tú siempre le has dado sentido, y no suelen tenerlo tanto en una mesa de oposiciones.
Pero ser generoso no siempre es correspondido por desgracia, y son muchos sinsabores, por el alumno que pierdes o por esa 25º hora al día que nos falta a todos para terminar de explicar, de ayudar o de asesorar.
Aún así me preguntas por qué dejé aquella carrera de ciencias tan resultona y tan afamada por una carrera humana y siempre pensaré que la vocación es el eje que moverá la tierra y que, tarde o temprano, lo hará.
Tuve la suerte de que fueras mi tutora en esa clase de los José Nuñez y compañía ¿Recuerdas?, Igor, Sandra, Francisco, Tamara, Rubén y tantas y tantas vidas que por un momento eran paralelas, y después tomaron su camino entre la necesidad de vivir y la opción de elegir los caminos que sus necesidades, una vez cubiertas, les permitían.
Todos llevan un agradecimiento como el mío tatuado en esa porción que el corazón reserva para los recuerdos de la escuela entre el olor a libro nuevo, el ruido de salida de clase y los famosos Teoremas de D Jesús.
Entre canastos y restaurante (con aquellos viejos tickets de 575 pesetas que suponían mi primer concepto de elitismo), entre la cristalera del patio de infantil y la cristalera que siempre fue misteriosa por albergar aquellas estancias viejas, sucias y dignas de cualquier novela de Stephen King.
Entre el antiguo comedor de canastos y el nuevo laboratorio, que son el mismo, entre la antigua biblioteca y el nuevo despacho de dirección, que son el mismo o entre el campeón de la primera edición de Ping-Pong y el de la segunda que tambien son el mismo...
Entre todos esos recuerdos está la sección agradecimientos.exe y entre ellos estás tú en una posición privilegiada, créeme que yo estaba allí.
Te prometí que no habría faltas de ortografías, porque quedo en evidencia yo y por extensión tú, así que más por tí que por mí va dedicada esta entrada de Blog a tu risueña sonrisa, tu fuerza ilimitada y sobre todo tu enorme paciencia.
Haznos un favor Irene, sigue repartiendo humanidad, que nos hace falta.

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