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viernes, septiembre 03, 2010

La tranquilidad

Por fin es viernes, y por fin llega lo que más ansiaba en muucho tiempo, la tranquilidad.
Tranquilidad de, al menos no dormir en un hotel, permanecer mi móvil mudo durante más de 2 horas, sin proveedores, familiares, amigos ni nadie a mi alrededor excepto esa botella de agua que calma algunas de mis necesidades fisiológicas.
Tengo una costumbre muy rara y es la de ver las cosas desde una óptica diferente.
Es viernes, noche y ni mi cuerpo ni mucho menos mi alma les apetecen salir de estas cuatro paredes donde anhelaban estar así, descansando y sin ningún problema que me enturbie la cabeza.
Dinero, lo que es dinero, no tengo pero en mi escala de valores tengo dos elementos que son infinitamente más importante y que dejan al dinero, a la altura del dinero mismo como son mis propias manos, compañeras de viaje y de aventuras por tierras lejanas, cercanas, extrañas, conocidas y mares, y sobre todo la conciencia tranquila de quien puede dormir tranquilo sabiendo que no debe nada a nadie, que no molesta a nadie y que vive, pero sobre todo, deja vivir.
Como decía, mi conciencia está limpia y tranquila pero no nueva, porque nueva sólo la tienen quien nunca la han usado y yo la he usado y la he abusado.
Os hecho mucho de menos y me he propuesto que, si alcanzo más de 50 seguidores en este nimio blog (porque hay días que dudo que alguien lo siga leyendo), intentaré escribir un libro, cosa que llevo queriendo hacer desde hace mucho tiempo pero que por falta de tiempo y sobre todo, de constancia, no he podido.
Quizas sobre carnaval, quizas sobre educación o quizás una novela ficticia con paralelismos reales de esas que tanto em gustan a mí, no lo sé, peor lo intentaré hacer.
Me siento relajado, reconfortado, reflexivo, pensante, calmado, curado, hambriento (por poco tiempo), orientado, motivado, encaminado, centrado, y muchos más adjetivos o epítetos, si los ponemos al revés, que acaban en -ado.
Es momento de reunir fuerzas y concentrarlas en un solo punto para aumentar su eficacia, su eficiencia y su efectividad, es hora de idear planes y ejecutarlos, es hora de estar ahí y poco a poco lo conseguiremos.
Ayer, conduciendo mi Vespa del color de mi bicicleta pero oscura, rememoré algunos recuerdos que viví en ella como aquella noche que salí por lo que entonces era Penélope con un compañero de facultad y la que nos llovió encima, o ese paseo que le dí a Rosa para llevarla al cine desde su casa, en las ahora derruidas viviendas del puente de la Barqueta.
Amigos y amigas, me voy a la cama a descansar, os quiero casi tanto como a mis motrileños. Paz, salud y buena voluntad, cuidaos y mañana más.

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