En un universo dominado por el interés y el cinismo, sobreviven dos pequeños pero a la vez importantísimos focos que dan al mundo una luz de esperanza sobre la sociedad en la que vivimos, compartimos y convivimos.
Son dos focos que iluminan pero no ciegan, que acompañan pero no eclipsan, que te amarran sin cadenas desde la infinita libertad, la del amigo, la de la verdadera amistad.
Es dar sin pedir a cambio, es ofrecer lo que se tiene, es asumir los errores propios y convivir con ellos, es ser paciente, es anteponerse a las adversidades, un oficio solamente reservado a héroes.
Pero desde tanta fuerza, tanta fragilidad, tanta dulzura y tanto cariño, procedente de un manantial infinito, caudaloso y siempre siempre generoso.
Son pocas las personas que consiguen enriquecer a los que tienen al lado, son pocas las personas que consiguen convertirse en eje fundamental, cuán nueva teoría "amigocéntrica".
Son de los pocos seres que demuestran que si la amistad es solamente un tesoro se les menosprecia su sentido universal y teramagno del cariño unidireccional, del caudal inagotable, del consulado del paraiso aquí, en la Tierra.
Y desde aquí mi eterno agradecimiento en nombre de quien ha tenido la suerte de encontrar las palabras que milésimamente se aproximan al fenómeno, a vuestro fenómeno que no sois más que vosotras, pero sobre todo en nombre de tantos y tantos paisanos de la tierra en la que no nací pero en la que no me importaría morir.
Un beso enorme y espero veros pronto, de nuevo
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