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viernes, octubre 07, 2011

La decepción


La decepción es la muerte de una esperanza, es un tiro certero, directo y, sobre todo inesperado.
Quien sufre de decepción gana más de lo que pierde aunque crea lo contrario, porque ya se sabe que en esta vida o se gana o se aprende y cada decepción es un master infinito, raudo y de trillones de ECTS por milésimas de segundo, sólo apto para quien sabe recepcionarla.
De una decepción se sacan conclusiones, se sacan ideas y se sacan aprendizajes, lo malo de las decepciones es que, como todas las cosas mágicas, no podemos autosatisfacérnoslas sino que es necesaria una segunda persona.
Si tuviera un color, sería gris marengo, porque decepcionaría a todos los que pensábamos en el negro, si fuera un número sería -1 en vez de cero y si fuera una canción, sería cualquiera del grupo Siempre Así.
Una decepción es como un libro abierto, pero de final conocido, de rapidisima lectura y sobre todo de moraleja intachable, sublime e implacable, porque siempre la decepción abre ojos, o siempre la decepción esclarece dudas, pensamientos, pistas y comclusiones.
La decepción no distingue entre pobres y ricos, sino que se disfraza para decepcionar a todos por igual, porque la decepción es auténticamente democrática y la misma decepción sufre el mendigo que al abrir el contenedor esperanzado en encontrar algo de comida, no encuentra nada, que el directivo de esa multinacional que no obtiene los resultados que esperaba.
La decepción es propia del ser humano, porque aunque el resto de los animales tambien la sufren, despues no la recuerdan y no aprenden de ella, aunque hay seres humanos que tampoco aprenden de ella...
Hay decepciones mayores y decepciones menores, pero el tamaño, como la belleza está en los ojos que lo miran y establecen su métrica exacta, incluso hay quien http://www.blogger.com/img/blank.gifpondera el tamaño de sus decepciones cuando son sobrevenidos por una decepción aún mayor.
La mayor decepción es la muerte, porque todos pretendemos vivir eternamente y en ese esfuerzo inútil, estéril y ortodoxo se nos va la vida.
Tambien hay decepciones por amor o más bien por su intento de cuaje y, desde estas dos decepciones universales, el ser humano se ha dedicado a entristecerse la existencia con decepciones menores, muchas veces autodestructivas y casi todas sin sentidos y totalmente relativizadas a estados de ánimo, búsqueda de asemejar coincidencia con destino o con suerte, o frutos de nuestra obsesión por no poder cumplir las expectativas al mirarnos en ese único y solitario ombligo que nos adorna centralmente y que nos fabrica una gentil y periódica esfera algodonal.
Hoy sufrí una decepción y como buen ser humano aprendí una lección más.
Espero que al menos, el artículo de hoy no te haya decepcionado...

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