¿Qué buscas?

domingo, septiembre 22, 2013

David y Marta

Hoy es uno de esos días en los que sabes que poco puedes hacer o que ya bastante hice, que poco depende ya de tí y que parte de tu futuro está en una esperanza que va y viene, con la que sueño y que me desgarra, pero no en mis manos, como en mis manos tampoco estuvo esta situación que te paso a contar mientras Francisco toca a piano una maravillosa copla de Juan Carlos. Creo recordar que tenía 8 años cuando conocí a David, David era un niño de mi edad, muy menudo, bajito con unas gafas de pasta y cristales más bien gorditos, era delgado tenia mucho pelo pero peinado para el lado, era un niño muy cariñoso, muy inteligente, imaginativo en aquel universo que no dejaba de ser nuestra niñez, a caballo entre los sueños y las ilusiones... Tenía una cara redondita, una nariz redondita y achatada por la que siempre asomaba un moquillo de esos auténticamente verde, niño de limpiarse en las mangas y de llevar el culo sucio por arrastrarlo por tantas y tantas calles de ese nuestro barrio, los príncipes. Vivía en la prohibida parcela 4 porque a esas edades las fronteras estaban marcadas por las carreteras y para cambiar de parcela hacía falta un pasaporte moral que mi madre jamás me daría, pro aún así, mas de una tarde me escapaba a jugar con él a esos jardines de la parcela 7 que tanto han marcado mi juventud, al igual que David. Recuerdo una tarde que fuimos juntos a compras chucherías a un desavío que hoy es una fontanería, allí el tendero, muy amable, se ve que conocía a David de haber ido muchas veces a comprar el pan. David compró 5 duros de chicharitos de colores que eran una de las chucherías preferidas por ambos y el tendero, entre la amabilidad y un cariño que entendí a posteriori, le dió un cucurcho hecho de una hoja de cuaderno (de cuadro para mas señas) con tantos chicharitos, que nuestra cara de asombro fabricó una sonrisa en la cara de aquel tendero. Me reía mucho y corría mucho con David, era una persona muy sencilla y con el tiempo descubrí que humilde, tan humilde como yo. un día subí a su casa y recuerdo unos padres muy jóvenes y una casa desordenada, quizás fruto de estar todo el día trabajando, quizás fruto de la humildad de aquella familia.... nunca lo supe, pero lo que si sabía es que David era un gran amigo. David tenía una hermana que se llamaba Marta, y era un par de años más pequeña que él (tendría unos 6 años). Marta era también una niña menudita y de aspecto frágil pero protegida por su hermano quien era extremadamente pacífico menos cuando se metían con su hermana. Marta siempre sonreía, era muy alegre y en una anécdota me reí mucho porque un día llevaba falta y al subirsele la falta le vimos los dos unas braguitas que estaban sucias. Fue muy divertido a la par que gracioso y conciliador porque no era yo el unico niño que en algun momento manchaba esa ropita interior tan pura como nuestros corazones en aquella época. Mi infancia la formaron niños como David, Emilio, Dani y muchos más que por avatares del destino se separaron. Un día, en clase, recuerdo que faltó David, creyendo que se había puesto enfermo y proseguí con la rutina tal cual. Al segundo día también faltó y aquella misma tarde fui a llamar a su casa para jugar con él pero nadié respondió al porterillo. pasó una semana y volví más de una vez a llamarlo pero siempre con la misma respuesta, incluso fui con 5 duros que me había ganado (a los pobres siempre nos costó conseguir poco en mucho) para comprar un cucurucho de chicharitos, pero claro, yo no era David y el tendero no me conocía. Nunca más volví a ver a David ni a Marta, sus padres murieron y fue internado en una casa cuna para ser cuidados. Cuando tomé conciencia de ese tipo de lugares fui a buscarlo y recuerdo unos sollozos a mis 9 años de edad en el pasillo de una casa cuna para preguntar por un tal David Fernández Pérez, cuando conseguí hablar con la persona que me atendió me dijo que allí ya no estaban... Nunca más te volví a ver David, pero, no se por qué, apareciste del cajón de los recuerdos de mi vida y quiero dejarte escrito como un guiño que alegró mi vida en una infancia humilde pero muy feliz. Te quise mucho David, allá donde estés espero que estés bien...