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viernes, septiembre 27, 2013

El tiempo... la vida...

Una cama, cuatro paredes y una ventana... Una cama, donde pienso, descanso y a veces he soñado despierto y dormido, cuatro paredes que, mientras no las tocas, te hacen sentir libre hasta que chocas y ves que no puedes romperlas ni atraverarlas, como diría Juan Carlos, la libertad con cadenas. Y una ventana desde la que me puedo asomar, aunque llueva, desde la que pueda respirar, aunque el aire esté contaminado y desde la que puedo gritar aunque todos me tomen por loco, porque lo que ellos no saben es que los que están locos son ellos. Me gusta pensar y observar por qué pasan las cosas, porque la gentr sonríe, porque la gente llora, por qué la gente canta y por qué la gente calla, algunos se agobian al pensar como pienso pero no piensan que por no pensar en ellos y hacerlo en mi rebasan esa frontera de la libertad ideológica y pensante que todos tenemos derecho a tener. Decía que soy un reflexivo a tiempo parcial, de los que están ya muertos, aunque yo siga vivo, de los que no quedan, por ello me siento un velociraptor en una película de Star Wars (que antes se llamaba La Guerra de las Galaxias, pero que por este afán anglofónico, suena añejo, tardío y diría que hasta supuroso). Mi mente se monta a caballo y recorre verdes valles, angostos caminos y suaves praderas en las que el viento parece peinar el follaje que lo cubre de manera sutil y silenciosa a excepción de ese sílvido que roza lo bucólico y roza lo comántico porque la unión es amor y en esa pradera hay mucho amor. Tenía ganas de esto, tenía ganas de aquí y tenía ganas de ahora, porque todo proceso conlleva una secuencia de partes y esta parte es de las más importantes para mí. Ya sólo queda esperar porque los minutos son los mejores jueces, los que no mienten y los que hacen ver incluso con ceguera o con ojos cerrados. Como decía hace unos años: El tiempo... la vida...